viernes, 11 de enero de 2019

Cruzar el desierto (Colectivo Semilla, 2018) de Nicolás Guglielmetti .Por Ernesto González Barnert



Desde que abrí el .pdf no dejé de leer hasta terminar este gran poema fragmentario del poeta y escritor bahiense Guglielmetti.
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“La política me parece muy tonta, muy simple: exige que uno piense que tiene la razón y que el contrario está equivocado”, señala Jonathan Frazen. Bueno, este libro se hunde y nos lleva con él como lectores en esa disyuntiva, sálvese quien pueda. Y lo hace en un ejercicio destornillante de ácidez e ironía y autoconsciencia que continua a mi parecer una línea de libros bahienses que considero nuevos clásicos latinoamericanos: Poesía civil (Raimondi) y Escuela pública (Omar Chauvié) principalmente, no lejos de libros que también en su amplitud complementan esa manera particular en que los poetas de la provincia de Buenos Aires ven el país, el estado de cosas, trenzan la micropolítica con la macro, viven el lenguaje y el condicionamiento. Me refiero a libros como En una nave comandada por Enrique unos pocos hombres abandonamos la tierra (Germán Arens), Blaia (Marcelo Díaz), el monumental Cuadernos de Lengua y Literatura (Mario Ortiz), Rubios naturales (Carolina Rack), ¿Cuántos son Muchos poemas? ¿Tres, cien, mil? ¿Cuántos pocos? (Roberta Ianamico) o los poemarios recientes de Milton López, Andrés Montenegro (Hamaca Paraguaya), entre otros que admiro profundamente. Toda una “pléyade” que hacen de este punto herido por el curso del Napostá y la empresa Petroquímica en el mapa argentino uno de los polos más sorprendentes de la poesía escrita en castellano actual por la fuerza y habilidad de sus bardos para abrir y cobijar un espacio mental de consciencia, crítico del facismo y la contaminación, atentos a los golpes de la historia reciente y pasada de la política nacional e internacional, con la poesía como llama de la antorcha en la noche macrista.  
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Un libro que existe y se permite tanta dureza porque también está sostenido por la mano de una mujer, Ana. Y le da espacio y respiro al poeta “aún entre estas frías cosas”, como diría Neruda, no lejos del volcán Calbuco.
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Nicolás Gugliemetti (1981) nos lega un paso por el desierto, una senda con poco pozos de agua, pero que sacian nuestra sed de sangre. Un poemario que deja una huella en el desierto de los suyos y los nuestros y del que ahora no podemos prescindir.
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Si la "vida en la verdad" es el punto de partida elemental de cualquier esfuerzo del hombre para resistir a la presión alienante del sistema, si es la única base significativa de cualquier acción política independiente y si, en fin, es también la raíz existencial más adecuada a la actitud "disidente", es difícil imaginar que, aun en su objetivación, el trabajo "disidente" pueda fundarse en otra cosa que no sea el servicio a la verdad y a una vida verdadera y el esfuerzo de abrir un espacio a las intenciones reales de la vida.
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Un poema río, un afluente del Napostá, que viene a airear también la propia posición crítica.
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"Tan sólo la expresión puede dotar de realidad a la realidad. Y la realidad no está en la realidad, sino solamente en la expresión."
Yukio Mishima, 'El color prohibido'.
Yukio y Nicolás la tienen clara. Por consiguiente, el paso siguiente es evitar la desertificación de la literatura. O dicho con otras palabras: acariciar con energía y dureza poética para contrarrestar el anquilosamiento prosaico la expresión de la realidad facial del rostro bahiense contra el status quo. 
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Repito: no es un libro más, es un libro del que ahora no podemos prescindir. Un .pdf que no paré de leer, fascinado y entregado a su vigor, hasta terminar sabiendo que su influjo y potestad recién comienzan.

fuente  http://www.letras.mysite.com/egba121118.html

"Fisher" y "Cruzar el desierto" en Garage de Ideas


Vos sabés. 
Me gustan los libros. Hay libros que elijo conscientemente y los disfruto de un modo profundo y reflexivo, y cedo blandamente a la seducción de otros. Hay libros que sin buscarlos se atraviesan en mi camino. Y eso también me gusta: libros que me encuentran. 
Y me gusta compartir lo que leo (de puro entusiasta, nomás). No soy buena haciendo críticas - ni literarias ni personales - y la arbitrariedad de las opiniones de este estilo me molesta mucho. No tengo “andamiaje discursivo” (ni teórico ni metodológico) para recomendar o defenestrar un texto literario. Sólo te cuento lo que me provocó: dónde (el texto y yo) conectamos. Sin embargo, serán puntos de íntima comunicación muy distintos a los tuyos. 
Confieso:
Leo poco (casi nada) de autores locales. No por prejuicio, sino porque me pierdo las señales y referencias (directas o sinuosas) a personajes y mitologías (o historias bien ciertas) de esta ciudad y eso es como desmantelar una novela. Y esta es una aclaración necesaria para un texto que es un mapa bahiense.
Un escritor poeta novelista periodista editor bahiense, Nicolás Guglielmetti, me obsequia no uno, sino dos de sus libros: poema y novela. 
Géneros distintos. Los dos textos se parecen (es su estilo).
“Un sexagenario con voz acatarrada / retumba y equilibra la mañana con su columna diaria. / Enhebra con oficio un dato inexacto y estadístico / de algunos de los Juegos Olímpicos que ha cubierto, / le inserta alguna problemática actual / y remata con una moraleja acorde a su doctrina fascista. / Es un método eficaz con el que roba desde hace años [décadas] / pero para un pueblo / de provincia está bien” (dice en su poesía) 
“En una de las pocas radios que sintonizo, sobreviene la voz acatarrada de un octogenario que habla de los juegos olímpicos de Munich y trata de enhebrar el dato estadístico con alguno de la actualidad inmediata para rematar con una moraleja. Es un método simple con el cual viene robando durante años en su columna diaria, pero para un pueblo de provincia está bien.” (dice en su novela).
¿Repetición? No. Intransigencia. Me parece que en él esta insistencia es una forma de jugar a decir lo mismo de muchos modos posibles: porque su poesía puede ser novela, y su novela un texto poético.
Él mismo afirma:
“Un poema se ramifica pero sigue siendo parte del mismo cuerpo. Para dar por sentado que el cuerpo pertenece a tal se debería bastar con el corazón, pero estamos en un mundo de androides.”
“En el poema afortunadamente ponemos lo impreciso, lo que está ahí nebuloso y latente. Como esas cosas que pateás para adelante y se convierten en algo que es mejor callar.”
En “Cruzar el desierto”, libro de un solo poema (o poema único) aparecen estas otras raciones:
“Eso que ves ahí es el deseo / Eso que ves ahí se fue / es la gloria, el éxito paupérrimo / de los peces que mueren / tratando de decir algo / junto a un balde.”
“¿Por cuánto negociaremos esta sed?”
“Vivir con los ojos cerrados es fácil / Acá se está poniendo difícil ser alguien”
La novela “Fisher y los refugiados” tiene advertencias tardías (porque están al final):
“Todos pueden leer aunque no se sabe quiénes en realidad logran decodificar el mensaje.” o “El lector no necesita conocimientos previos para abordar ningún texto.” y,
“Cuando los personajes están desquiciados uno se degrada a lo largo del relato.”
El relato es una ideación distópica en muchos sentidos. Cada uno sabrá qué utopía (propia, personalísima, compartida o ajena) ve destruida en el recorrido:
“…todo late a un tono exiguo. Desde que caímos y nos obligaron a tomar las píldoras, es como que nos están sometiendo a un proceso de deshumanización aunque si hay una ley rotunda que aprendí en la debilidad es que todo sistema jerárquico cuenta con corruptos, detractores y vacíos donde uno puede filtrarse. Sólo es cuestión de esperar el momento.”
“Voy escapando de todo lo que no hice.”
“Hace dos años que vengo escapando de los controles por esta geografía que muta entre lo esotérico y lo farmacológico.”
“¿cuándo estás preparado para la guerra? ¿Quién nos manda a cocernos bajo el furor de nuestra sangre?”
“Cuando se sobrevive se improvisa.”
“ ¿Cuándo voy a encontrarme con alguno de los míos? ¿En qué misión habrán quedado emboscados nuestros sueños y quién dio la orden de seguir?”
“¿En toda guerra hay bajas de este tipo? ¿Quién nos va a venir a reclamar? Los que nos hacemos estas preguntas seguimos nadando, no los veo pero lo presiento. Es cuestión de no dejarnos llevar por la correntada cada vez más densa.”
Me detuve en un tópico indiviso que va progresando en el texto: el agua y la sed.
“…quedé suspendido en esa época dorada donde existía el agua y la sed.”
“¿Cuán al borde de la deshidratación tendré que estar hasta llegar al texto?”
“La temperatura corporal comienza a descender como en la época de la deshumanización masiva”
Y entre peste e infectados, la invasión, la persecución, la descomposición y la reacción, hay otro naufragio: el literario, el editorial frente a la hegemonía de ciertos medios:
“La literatura al principio es así hasta que el capitalismo te mete atrás de un mostrador.”
“Autoedición o muerte.”
A esa idea de fracaso, se opone la convicción de no transar. Siempre nos queda la palabra como resistencia.
“Es un hombre que nunca estuvo dispuesto a decir la mitad.”
“…eso de querer matarla de callado no da en este ambiente.”
Guglielmetti escribe de un modo irreverente, atrevido, salvaje (y eso me gusta). Se despoja de formas discursivas convencionales y yuxtapone, fragmenta, acopla, disocia, salpica (y te salpica) en un desborde que ahoga, como un mar espeso [ “… sólo somos tipos nadando para no ser arrastrados” ], en un ambiente irrespirable de caos cargado de realidades e irrealidades, de voces, de ruidos, de imágenes, de historias condensadas abreviadas y deshechas que dejan puertas (y ventanas) intencionalmente abiertas.
Te reproduje algunos fragmentos desordenados. Para reconstruir la historia, mejor leer el libro completo y preguntarse, con el mismo extrañamiento que el autor: “¿qué clase de ficción es esta? ¿Qué es lo que acabo de atravesar? ¿Qué significa esto en nuestro contexto?”
De Nicolás Guglielmetti:
Cruzar el desierto (Colectivo semilla, 2018
Fisher y los refugiados (17grises, 2016)
más info Facebook Garage de ideas

).


martes, 23 de enero de 2018

Postales de Bella Vista, Vox ediciones



Cummings y garay

Una cancha erigida
sobre un yacimiento de cascotes
en la parte alta de una ciudad
donde es mejor no ver demasiado.

La leyenda dice que brotaban
 y los galleguitos la juntaban con pala
de no sé sabe qué color.¿Cuánto pende de aquello?





jueves, 23 de noviembre de 2017

Contextualizando Los desquiciados (Nicolás Guglielmetti, narrativa, Hemisferio Derecho Ediciones, 2017)



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Estoy golpeado, la destrucción a punto de consumarse pero no. Me pongo a escribir esto que les leo hoy. Quince días antes, no debo spoilear la trama de Los desquiciados. Debo explicar que se trata de la precuela o el eco de otra novela llamada Fisher editada en 2016 por 17 GRISES y  que se construyó sobre la idea de reconstruir una ciudad partiendo de sus mitologías y creencias pero deformadas. Deformadas por el ojo y los sentidos de un tipo que no está en sus cabales. Así como Michael Douglas en un día de furia, o el carnicero de Gaspar Noe o bombita rodriguez pongamoslé. Seres serenos que por algún motivo pierden las formas  y se calientan poco por conservar el orden normal de nuestra decadencia. Nuestra decadente y ordenada vida de reglas impuestas por la sociedad de consumo de las cuales podría aburrirlos de ejemplos pero de las cuales solo voy a limitarme a decir que se reduce a  perseguir una zanahoria que nunca vamos a terminar de alcanzar... Pero me fui y volvamos. Debo hablar de Los desquiciados pero primeramente debo explicar Fisher: una novela inexplicable porque yo, el yo que narra y dirige las acciones de un montón de infradotados poniendo el caos en la ciudad ,desconoce o desecha de la estructura convencional o clásica de un relato.

Fisher y Los desquiciados están construidos para leer en el baño, de a cachos, de atrás  pal ante o como se te cante y supongo en parte que eso se lo debo a venir de la poesía… Un lenguaje donde el aire entre los textos(ergo lo omitido o a reponer) es tan importante como lo  propiamente escrito,pero me fui y volvamos. En Fisher hay tres ejes temporales:
Un pasado con Bahía llena de descampados e inmigrantes arrastrados por los favores del general Perón , un presente en el que por algún motivo hay una catástrofe  e impera el caos y un futuro posapocalíptico ligado a la ciencia ficción donde un grupo de bahienses lucha ya  por conservar la especie en un desierto radioactivo. En ese hecho se centra Los desquiciados,  en la posibilidad concreta de la destrucción y la desaparición…Y ahora bien ustedes me preguntarán ¿qué desaparición? ¿La desaparición de nosotros como ser individual?¿La desaparición  de lo bahiense? ¿De los bahienses? ¿La desaparición de lo que nosotros despreciamos de la ciudad?¿Qué posibilidad concreta existe de que esto suceda? ¿Existe? ¿En manos de quién? ¿La consideramos o solo está ahí como formando parte del agujero negro de nuestras conciencias?; ¿Nunca les pasa que a veces se hacen preguntas que en el mismo instante que se las formula quiere anular la respuesta? La otra vez fui a ver unos cerámicos a un famoso corralón de la ciudad. En su frente relucía majestuosa una gigantografía de iconos del deporte local ( creo que estaba Ginobili, Pepe Sanches y alguno más) los miraba y recordé cuando viví unos  4 años en White. A unos metros de las plantas del polo. Miraba esa gigantografía y pensaba que los bahienses miran así la destrucción… Como algo de cartón pintado que está ahí y no jode a nadie. ¿Lo piensan realmente???¿Lo pienso realmente? Me fui y volvamos; Así como en mi primer novela Fisher trabajé en la construcción de la ciudad exagerando sus mitologías y llevándolas al extremo de lo real, para construir Los desquiciados, el texto que cuenta o intenta dar cuenta de cómo y en manos de quién podemos volar todos por al carajo dejando un agujero negro en el mapa, para construir Los desquiciados, o sea la destrucción o desaparición, tuve que valerme de personajes despreciables;
Explicar qué circunstancias los arrastran a agruparse para sembrar el caos y elegír un tono fueron las dificultades mayores, pero si les digo más les cuento todo. Los desquiciados es un texto incómodo porque narra un episodio y un contexto incómodo. Se vale de señuelos e imágenes que saturan nuestros estímulos a diario como el sexo y la violencia pero hasta en ellas roza la incomodidad.  Es ese pensamiento que incomóda y está ahí. Vos sabés que va a ser para cagada pero querés saber igual, es una cascarita que te da placer rascar y movés a riesgo de que sangre pero me fui y volvamos.

Una vez una amiga, a la cual escucho mucho lo que opina sobre lo que escribo porque sabe poco del mundo literario, me preguntó qué necesidad tenia de mostrar siempre  la oscuridad.
Escribo historias con tramas complejas porque Bahía Blanca contrariamente a los inmaculado del nombre está atravesada por un entramado de relaciones socioculturales de alta complejidad. Escribo porque sueño con equilibrar el cosmos desde este pequeño espacio de resistencia que es la literatura. Escribo sobre los manejes de esta ciudad porque no encuentro otro lugar donde dejarlo sentado y siento que la literatura es el último lugar donde se van a venir a meter. Escribo para los que consideramos que Bahía puede ser una ciudad más habitable. Escribo y sueño. Cosas incomodas pero honestas al fin. Tómenlo o déjenlo. Gracias.

#este texto fue leído en la presentación conjunta de Hemisferio Derecho en su festejo por los 10 años de fundada la editorial en el marco del Primer Festival de Narrativa Bahia Blanca 2017

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sábado, 11 de noviembre de 2017

Los desquiciados, narrativa HD ediciones. Segunda novela de Nicolás Guglielmetti


“¿Qué es lo que hacemos con esto? ¿A qué me refiero con esto, a esta novela o a la ciudad en la que estamos todos los días? Esa es la duda que atraviesa Los desquiciados, las acciones y los pensamientos de sus personajes.Prima el caos tanto como en el actuar tuyo y mío. Porque no sabemos dónde estamos parados aunque nos juguemos todas las fichas a intentar ordenar y entender el lugar con palabras. ¿Estás seguro que ese que está a tu lado no pretende hacer volar todo por los aires? ¿Vas a tomar la gran decisión de dejarlo hacer lo suyo y empezar todo de nuevo, si es que sale bien la destrucción? ¿Alcanzará con eso o el golpe debería ser más quirúrgico? Anunciando los hechos de Fisher y los refugiados, o como su eco, nunca se sabe en este caos de acciones y pensamientos entremezclados, Nicolás Guglielmetti lo vuelve a hacer: coloca el caos de la ciudad en un lugar en el que nadie puede negarlo ni hacerse el tonto. ¿Si no te gusta la bomba, qué hacés viviendo acá?” Mariano Granizo



disponible en Librería La Masmédula Alsina 155, local 22 de Galería Jardín . Bahia Blanca




 



miércoles, 26 de julio de 2017

Revista Veintitres: Preciso como Messi. Sobre Bella Vista, Nico Guglielmetti (Vox Ediciones 2015)

http://www.veintitres.com.ar/article/details/69907/preciso-como-messi


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Por Miguel Zeballos

A mis viejos y abuelos, por enseñarme a ver Bella Vista con la atención que se mira Constantinopla”, dedica Nicolás Guglielmetti (Bahía Blanca, 1981) y no es para menos: el glorioso barrio bahiense es un fresco de anécdotas que va de la nostalgia a la emoción, y su autor logra mantenernos prendidos a ese mundo que dibuja con dedicación en la construcción de cada verso:

“De Ortega solo tuve las recaídas” anuncia y declara desde el inicio, para continuar: “(…) Si te fijás, Ortega definiendo es una evolución / de Rubén Polillita Da Silva”.

Es cierto –se puede ir a YouTube y comprobarlo, o recurrir a los memoriosos y sacarle la ficha a la gambeta del ex River. Aunque estemos en el país del fútbol, fútbol, fútbol, no olvidemos que siempre hablamos de poesía, y Guglielmetti habla muy afinadamente, sin desentonar ni hacer una de más, con una escritura precisa como un pase de Messi o de Riquelme. 
La poesía más bella es esa que ignora su condición.

En Bella Vista hay un rezo imparable y sostenido sobre un tiempo que ya no es, una combinación perfecta de magia y gol: “Para ser delantero me faltó facha. / Para ser central altura. / ¿Para ser yo?”.

Finalmente, el recuerdo a Rodrigo Palacio en la final del mundo  pasada estalla en el texto: “Si Palacio la hubiera picado bien se hubieran llenado sábanas completas con el nombre de/ nuestra ciudad. Millones de periodistas tendrían que laburar en serio y/ googlear Bahía Blanca, club Bella Vista y barrio La Falda”. “(…) Este poema, no puede permitirse tener remate”