domingo, 7 de febrero de 2016

Ya se puede conseguir Fisher y los refugiados de Nico Guglielmetti antes que entre a las librerías de la mano de los supercombos veraniegos de 17 grises editora

Así que antes de partir para la costa le escriben a la fan page https://www.facebook.com/diecisiete.grises/?pnref=story... y encargan por privado así los muchachos se los hacen llegar y disfrutan de este texto que armarlo nos dio un laburo de novela.
                                                             
“No hay ninguna verdad para encontrar en este texto, ni señales, ni indicios programáticos para que la vida cobre algún sentido. No hay intencionalidad didáctica, y es por eso que Fisher y los refugiados no puede tomar otro camino que no sea el que lo aleje del realismo tradicional. Nicolás Guglielmetti reniega aquí de todo lo que pueda representar Bahía Blanca para aquél que la conoce, obligándonos a masticar una ciudad desaforada en un gesto de deseo holocáustico (entregando en sacrificio a su gente, porque aquí nada importa, ni nadie, ni a nadie). Es que, en el fondo, y sobre todo en los intersticios desbordados y esquizos que son la materia del lenguaje anárquico de Guglielmetti, esta ciudad no existe y, quizás aún mejor, jamás exista, para la tranquilidad de quienes pretenden que al final todo resulte encasillable en una fácil respuesta a cada inquisición que pueda hacérsele a una novela. Fisher es un estallido de sentidos, porque en sus páginas nada parece empezar ni terminar.” Mariano Granizo



Se dijo de Fisher 

http://www.lanacion.com.ar/186 La Naciòn

http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/libros-leeremos-2016_0_1513648639.html
5167-los-independientes-suben-la-apuesta Revista Ñ


http://www.niapalos.org/?p=21736 Tiempo Argentino


Fragmento

"Lo mejor sería regresar por el sulfito antes que empiecen a hervir. Ya no sé si Bárbara y Daiana forman parte del cuerpo de peladoras o si son de las que se encargan de separar los langostinos que van a Europa de los que dejan para nosotros. Con Juan cortamos camino por donde ahora está el polo. Zona militar recortada. Con dejar unos kilos de Fertiliyos se soluciona todo. Hay unas mallas quitables y un horario acordado. Nos parece natural ver los canales de fluorosos servidos que se vierten al agua porque ya estamos acostumbrados como a la oscuridad. ¿Acaso a alguien se le va a ocurrir nadar de noche? ¿Quién va a querer acotar los límites de la playa ahora que están las huellas y el establishment lo ha declarado patrimonio de la humanidad? Maleria, que en el desayuno no dejó de desperdigarse en mi espalda, ahora lee una biografía de Charles Darwin.
Sé que es una mentira lo de su último libro pero voy a la presentación y le sigo el juego. Siempre que pido un libro está agotado. Pongo las ojotas de manera perpendicular y clavo las piernas de manera que queden de costado a mi pantorrilla. Ahora el agua se filtra hasta los jeans. Cuesta caminar y hablar con los puchos en la boca. Cuando llegamos a la cantina nos piden que pasemos a la cancha de bochas y nos mangueriemos. El Hugo está recalentando un poco de guiso de mondongo que sobró de la cena del Colegio de árbitros. Cría cuervos y te quitarán los ojos le decía a Raquel que parecía más empecinada en mirar los libros que el material químico en cuestión. Mouche acaba de perderse un gol increíble junto al palo derecho. ¿Con respecto a quién? Lo cierto es que se confió y abrió el pie como un secador pero la pelota se desvió en una mata y apenas la rozó con la canilla. Los de la contra sonríen mientras echan 33 realenvidos y nos piden unos langostinos para picar. El Hugo trae una ensaladera de acero inoxidable donde comenzamos a pelar. Por un rato nos olvidamos de nuestras diferencias e higiene. Carrerita se aparece con un poco de salsa golf que fue a pedir a la de la peluquería, que todavía está despierta. Hay cosas que en ciertos círculos son difíciles de entender. Pienso que el fin puede parecerse a esto. Algo trascendente en el lugar intrascendente de una escena liviana, calificativos aparte."


Se escribe como se vive

Si Palacio la hubiera picado bien, su cara decoraría las marquesinas del palacio municipal.
Por una ordenanza habrían removido el monumento a los ingleses, incluso el de Ramón
Estomba, para después colocar en una  lápida su escuálido torso en bronce, imitando la
curvatura previa al impacto: “Homenaje a Rodrigo Palacio. Bahiense por cuyo tanto la
argentina obtuvo la Copa del Mundo Brasil 2014”.
Si Palacio la hubiera picado bien, una horda de pendejos pandémicos con trenzas
multicolores flameando al viento coparían los juegos del Parque de mayo.
 Messi, el genio autista, habría encontrado a su socio perfecto;  Sabella sería el estratega más conceptualista del planeta y por desgracia Julio estaría vivo.
Si Palacio la hubiera picado bien se hubieran llenado sábanas completas con el nombre de
nuestra ciudad. Millones de  periodistas tendrían que laburar en serio y
googlear Bahía Blanca , club Bella Vista y barrio La Falda. Centenares de señoras 
gastarían las veredas del barrio ante solícitos noteros aportando datos de color: acá una vez
Palacio se cayó de la bicicleta, acá un día Rodrigo Palacio dio su primer beso. Millones de
mujeres testificarían que tuvieron un afair con Palacio y en los medios conservadores se
bajaría línea a favor  de los cultores del perfil bajo.
Si Palacio hubiera picado bien esa pelota el médico de la selección daría conferencias sobre
cómo hacer rendir a un deportista de elite mediante infiltraciones reiteradas y violentarían
el juramento hipocrático que le hicieron firmar para llevarlo y no convocar a Tévez.
Los pelados lucirían orgullosos sus pelucas de payaso y Alfio Basile no sentiría más
vergüenza de decirse bahiense. Los artistas no nos tildarían de mufa  y la nefasta nueva
provincia sería el medio elegido por excelencia. Hasta oleríamos mejor. Rafael Emilio
Santiago volvería a la profesión. En Panorama se entonaría el himno a Rodrigo y  todo se
teñiría de un patriotismo recalcitrante. Cualquier  foráneo de estas latitudes podría discutir
de fútbol sin temor, incluso con el periodista más destacado.
Pero Palacio no pudo picarla bien. Días antes hablábamos de la pérdida de sensibilidad en
las extremidades a causa de la anestésia local.  Y nada…Este poema no puede permitirse

tener remate.












 Bella Vista Vox Ediciones 2015 Nicolàs Guglielmetti