Desde que abrí el .pdf no dejé de leer hasta terminar este gran poema fragmentario del poeta y escritor bahiense Guglielmetti.
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“La política me parece muy tonta, muy simple: exige que uno piense que tiene la razón y que el contrario está equivocado”, señala Jonathan Frazen. Bueno, este libro se hunde y nos lleva con él como lectores en esa disyuntiva, sálvese quien pueda. Y lo hace en un ejercicio destornillante de ácidez e ironía y autoconsciencia que continua a mi parecer una línea de libros bahienses que considero nuevos clásicos latinoamericanos: Poesía civil (Raimondi) y Escuela pública (Omar Chauvié) principalmente, no lejos de libros que también en su amplitud complementan esa manera particular en que los poetas de la provincia de Buenos Aires ven el país, el estado de cosas, trenzan la micropolítica con la macro, viven el lenguaje y el condicionamiento. Me refiero a libros como En una nave comandada por Enrique unos pocos hombres abandonamos la tierra (Germán Arens), Blaia (Marcelo Díaz), el monumental Cuadernos de Lengua y Literatura (Mario Ortiz), Rubios naturales (Carolina Rack), ¿Cuántos son Muchos poemas? ¿Tres, cien, mil? ¿Cuántos pocos? (Roberta Ianamico) o los poemarios recientes de Milton López, Andrés Montenegro (Hamaca Paraguaya), entre otros que admiro profundamente. Toda una “pléyade” que hacen de este punto herido por el curso del Napostá y la empresa Petroquímica en el mapa argentino uno de los polos más sorprendentes de la poesía escrita en castellano actual por la fuerza y habilidad de sus bardos para abrir y cobijar un espacio mental de consciencia, crítico del facismo y la contaminación, atentos a los golpes de la historia reciente y pasada de la política nacional e internacional, con la poesía como llama de la antorcha en la noche macrista.
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Un libro que existe y se permite tanta dureza porque también está sostenido por la mano de una mujer, Ana. Y le da espacio y respiro al poeta “aún entre estas frías cosas”, como diría Neruda, no lejos del volcán Calbuco.
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Nicolás Gugliemetti (1981) nos lega un paso por el desierto, una senda con poco pozos de agua, pero que sacian nuestra sed de sangre. Un poemario que deja una huella en el desierto de los suyos y los nuestros y del que ahora no podemos prescindir.
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Si la "vida en la verdad" es el punto de partida elemental de cualquier esfuerzo del hombre para resistir a la presión alienante del sistema, si es la única base significativa de cualquier acción política independiente y si, en fin, es también la raíz existencial más adecuada a la actitud "disidente", es difícil imaginar que, aun en su objetivación, el trabajo "disidente" pueda fundarse en otra cosa que no sea el servicio a la verdad y a una vida verdadera y el esfuerzo de abrir un espacio a las intenciones reales de la vida.
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Un poema río, un afluente del Napostá, que viene a airear también la propia posición crítica.
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"Tan sólo la expresión puede dotar de realidad a la realidad. Y la realidad no está en la realidad, sino solamente en la expresión."
Yukio Mishima, 'El color prohibido'.
Yukio Mishima, 'El color prohibido'.
Yukio y Nicolás la tienen clara. Por consiguiente, el paso siguiente es evitar la desertificación de la literatura. O dicho con otras palabras: acariciar con energía y dureza poética para contrarrestar el anquilosamiento prosaico la expresión de la realidad facial del rostro bahiense contra el status quo.
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Repito: no es un libro más, es un libro del que ahora no podemos prescindir. Un .pdf que no paré de leer, fascinado y entregado a su vigor, hasta terminar sabiendo que su influjo y potestad recién comienzan.
fuente http://www.letras.mysite.com/egba121118.html
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